Hoy os traigo el primer capítulo de la obra que estaba escribiendo. Como dije, sólo están escritos los capítulos uno y dos, además del prólogo, así que a esto le queda poco para acabar, pero si la obra os estaba gustando... Quizá la retome. Todo está por ver.
Sé de buena tinta que le falta un poco de estilo y algunas cosillas a corregir, pero vuelvo a pediros paciencia y que tengáis en cuenta que son mis primeros escritos, y la correctora ha sido La Chica con Suerte, que además de no tener ningún estudio relacionado con corregir novelas, tampoco ha corregido ninguna antes. Ella le da un toque muchísimo mejor a lo que yo escribo, ya que escribo fatal, así que desde aquí se lo vuelvo a agradecer enormemente una vez más.
Y no quiero daros más la lata, así que aquí os dejo el primer capítulo. NOTA IMPORTANTE: Si alguna de estas imágenes es tuya y no quieres que aparezca en este blog, ponte en contacto conmigo y las retiraré de inmediato. Puedes encontrar las formas de contacto abajo del todo en la página principal.
Grynesis es tipo apuesto: alto y
esbelto, con músculos perfectamente definidos, acostumbrados a un
exhaustivo entrenamiento y continuos combates. Su cabello cae suelto
hasta sus hombros, enmarcando su cara con destellos dorados tan
intensos que compiten con el mismo brillo del sol. Tiene una barba
delicadamente descuidada, lo que le proporciona un aspecto más
maduro de lo que correspondería a un joven de veinte años.
Su linaje y carrera
también son impecables: es el último miembro de una de las familias
más importantes del reino y Capitán del ejército real. Cuando sus
obligaciones como guerrero no lo mantienen enfrascado en alguna
batalla, acostumbra a vestir finos ropajes, siempre de la mayor
calidad, pero siempre fiel a su característico estilo. No se deja
influenciar fácilmente por la moda o por las críticas ajenas por lo
que su armario rebosa ropa a medida, confeccionada a su gusto.
Acostumbra a llevar
camisas con cuello japonés, abotonadas y largas hasta la altura del
muslo, con mangas amplias que se estrechan a la altura de los puños
gracias a unos pequeños botones que Grynesis apenas usa, pues suele
llevarlas sin abrochar y remangadas hasta los codos.
No le atraen los
colores chillones como a la mayoría de los de su clase, pues no
busca destacar sobre nadie. Su camisas solo contienen un color básico
para toda la prenda, normalmente en tono claro contrastando con
adornos de exquisitos bordados en colores más oscuros, como el azul
marino o el corinto.
Ajustando su camisa
a la cintura siempre lleva un cinturón con dos correas marrones,
bordadas con hilo de oro, que utiliza para portar la vaina de su
arma, un precioso estoque sin el que jamás se le ha visto. El
bordado es en realidad un texto escrito en una lengua muerta que,
hasta el momento, nadie ha conseguido descifrar. En el mismo cinturón
suele llevar atadas algunas pequeñas bolsas con dinero, que usa
igualmente para sus compras personales como para repartirla entre los
que considera que están realmente necesitados.
Siempre lleva
pantalones ajustados y flexibles que no entorpezcan sus movimientos,
en un color oscuro y apagado, por lo que la mayoría de los que posee
son simplemente negros. Sus botas también son siempre de una
altísima calidad, pues las encarga hacer con la piel de algún
animal que haya cazado él mismo, y las adorna con el escudo de su
noble familia: un humano portando un escudo de fuego.
Como complemento,
suele llevar pulseras de cuero trenzado, algo muy criticado entre los
demás nobles de la ciudad. Ellos piensan que son algo vulgar y al
alcance de cualquier plebeyo, pero Grynesis siempre responde a sus
criticas con una sonrisa y la misma frase: "Nuestros actos nos
convierten en lo que somos, no nuestras posesiones. Soy humano y por
lo tanto igual a los que llamáis plebeyos.".
Además de las
pulseras, también posee tres anillos, más propios de su posición.
Uno es dragón de plata que juguetea alrededor de la base del pulgar
de su mano derecha. Otro es el sello de su familia, exquisitamente
trabajado en oro, que lleva en el anular de la misma mano. El último
lo lleva en el índice de la mano izquierda, también de plata, y
está construido en dos partes: la primera es fija y es la que cubre
el dedo, y la segunda, la exterior, es móvil. Grynesis podría pasar
horas jugueteando con el anillo, dando vueltas a la parte exterior
con su dedo pulgar.
Le gusta salir y
pasear por toda la ciudad tranquilamente, sin preocuparle lo mas
mínimo si esta en los barrios altos o en los bajos. Es muy respetado
por todos los ciudadanos y admirado por los miembros de la guardia,
los cuales llegan a rogarle por que los entrene personalmente,
ofreciendo altísimas sumas de dinero en algunos casos. Alguna vez
accede, pero jamás acepta nada a cambio, excepto la gratitud de los
soldados.
Aunque de manera un
poco diferente, en los barrios bajos también le respetan
enormemente. Allí, donde se aplica la ley del más fuerte, no le
piden entrenamiento ni le agradecen su labor como protector del reino
y capitán del ejército. Algunos ladronzuelos prefieren escabullirse
y huir de su atenta mirada, otros cambiaban de actitud para aparentar
ser lo que no son. También hay personas que no tienen nada que
esconder y miran a Grynesis con recelo, pues probablemente habrá
sido el responsable de que alguno de sus familiares pase sus días en
prisión.
Ambas partes de la
ciudad están tan diferenciadas que bien podrían ser ciudades
distintas. Sin embargo, hay algo que las une, y es que en ambos
lugares aún quedan vestigios de la guerra que presenciaron cuatro
años atrás. Aunque, debido a la situación económica, los
edificios destrozados o a medio reconstruir abunden más en la parte
baja, en los dos sitios hay todavía gente que llora a sus fallecidos
a diario y, aunque la ciudad ha retomado su ritmo de vida normal,
queda algo en el ambiente que ensombrece los corazones de todos y les
recuerda aquellos tiempos.
Entre aquellos que
sobreviven en los barrios bajos, se encuentran los miembros del
gremio de ladrones Dagas de las Sombras. Una asociación que vive
casi por completo de los bienes ajenos, los cuales consiguen de
diversas formas: Timando, jugando, robando... Sin embargo, aunque sus
victimas los ven como gente sin escrúpulos, jamás le roban a nadie
al que no le sobre el dinero. Jamás robarían a un tendero que vive
cada día con miedo a no poder ganar lo suficiente para comer, ni al
cartero que cobra lo justo y necesario para alimentar a su esposa y
tres niños.
Entre los miembros
más reconocidos de este gremio están Daoric, el experto en
negociaciones manuales; Umar, el mejor cerrajero sin licencia de la
ciudad y hermano menor de Daoric; Kuolema, especialista en encontrar
y recoger “bolsas perdidas”; y por supuesto Frederik, el líder,
creador y organizador de Dagas de las Sombras.
La base del gremio
es el edificio más grande de todo el barrio bajo. Tiene tres pisos
y, aunque no sea muy lujoso, es bastante resistente y lo
suficientemente amplio para albergar a los 47 miembros activos y
algunos pequeños huérfanos que no tienen otro sitio a donde ir. En
este lugar tienen todos los artilugios necesarios para practicar sus
artes, como cerraduras de diferente calidad, grilletes con diferentes
sistemas de apertura, algunas trampas, etc... Los más pequeños
pueden vivir tranquilamente en el gremio y, si ellos lo piden, se les
enseña el oficio, pero jamás los obligan.
Por dentro, el
gremio es una fiesta constante. No importa la hora del día (o de la
noche) que sea, siempre hay alguien tomándose una copa, una buena
cerveza o montando algún espectáculo. También es muy común ver
peleas internas, con sus miembros repartiéndose puñetazos y patadas
entre ellos en los días tranquilos, aunque son escasas las peleas en
las que el mobiliario queda intacto pues normalmente sillas y mesas
acaban convirtiéndose en armas improvisadas. Desde fuera parece una
locura, pero nunca se hieren gravemente, sólo se divierten a su
manera y acaban brindando todos juntos una vez termina todo.
Después de una de
las comunes peleas, Frederik se dirigió a Kuolema:
- Estamos un poco
bajos de recursos... Apenas nos queda comida y bebida para un par de
días.
- Lo se Padre, los borregos de mis
hermanos comen demasiado y siempre se pasan con la bebida – dijo
sonriendo.
- No son ellos los que me preocupan. Si
tienen hambre, no dudo que conseguirán comida, pero los pequeños...
- No te preocupes, una hermana mayor
debe ocuparse de que los pequeños coman. Haré que me acompañen un
par de hombres y cogeremos algo de oro y comida en la zona alta de
la ciudad.
- Muchísimas gracias, hija mía.
Frederik abrazó a
Kuolema con efusividad. Estaba muy agradecido de poder contar con
ella y con sus otros dos hombres de confianza, Daoric y Umar. Él ya
estaba demasiado mayor y le sería imposible cuidar de la familia sin
su ayuda.
Kuolema cogió a un
compañero por la oreja y lo levantó de la silla, ignorando sus
gritos de dolor. Luego, con una preciosa e inocente sonrisa dijo:
- Necesito otro
voluntario más. ¿Se levantará o tendré que escogerlo?
- ¿Qué hay que hacer? - gritó uno
desde el fondo del amplio salón.
- Vamos a por algo de comida y oro,
necesitamos llenar el almacén de nuevo.
El mismo que lo
preguntó se levantó, agarrando su capa de la silla en la que estaba
sentado.
- Gracias Letios.
- Parece que te han nombrado voluntario
esta vez, Frank.
- Sí, prefiere arrancarme la
oreja a preguntarme civilizadamente si me apetece colaborar... - parecía un poco molesto.
- Venga, venga, chico. No siempre
tienes a una preciosidad que te quiera con ella...
- ¿Preciosidad? ¡Pero si eres una
renacuaja! - profirió Frank entre risas, como si se le hubiera
pasado el enfado.
Una vez que Frank
recogió sus pertenencias, salieron hacia el barrio alto dispuestos a
saquear hasta la última pieza de oro que se pusiera a su alcance.
Espero que os haya gustado.
¡¡Un saludo!!
1 comentarios:
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