martes, 15 de enero de 2013

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Relatos #2 - Dänava, capítulo uno: Oxonia, la ciudad dividida

¡Buenas a tod@s! Aquí Un Chico sin Suerte.

Hoy os traigo el primer capítulo de la obra que estaba escribiendo. Como dije, sólo están escritos los capítulos uno y dos, además del prólogo, así que a esto le queda poco para acabar, pero si la obra os estaba gustando... Quizá la retome. Todo está por ver.

Sé de buena tinta que le falta un poco de estilo y algunas cosillas a corregir, pero vuelvo a pediros paciencia y que tengáis en cuenta que son mis primeros escritos, y la correctora ha sido La Chica con Suerte, que además de no tener ningún estudio relacionado con corregir novelas, tampoco ha corregido ninguna antes. Ella le da un toque muchísimo mejor a lo que yo escribo, ya que escribo fatal, así que desde aquí se lo vuelvo a agradecer enormemente una vez más.

Y no quiero daros más la lata, así que aquí os dejo el primer capítulo. NOTA IMPORTANTE: Si alguna de estas imágenes es tuya y no quieres que aparezca en este blog, ponte en contacto conmigo y las retiraré de inmediato. Puedes encontrar las formas de contacto abajo del todo en la página principal.




Grynesis es tipo apuesto: alto y esbelto, con músculos perfectamente definidos, acostumbrados a un exhaustivo entrenamiento y continuos combates. Su cabello cae suelto hasta sus hombros, enmarcando su cara con destellos dorados tan intensos que compiten con el mismo brillo del sol. Tiene una barba delicadamente descuidada, lo que le proporciona un aspecto más maduro de lo que correspondería a un joven de veinte años.
Su linaje y carrera también son impecables: es el último miembro de una de las familias más importantes del reino y Capitán del ejército real. Cuando sus obligaciones como guerrero no lo mantienen enfrascado en alguna batalla, acostumbra a vestir finos ropajes, siempre de la mayor calidad, pero siempre fiel a su característico estilo. No se deja influenciar fácilmente por la moda o por las críticas ajenas por lo que su armario rebosa ropa a medida, confeccionada a su gusto.
Acostumbra a llevar camisas con cuello japonés, abotonadas y largas hasta la altura del muslo, con mangas amplias que se estrechan a la altura de los puños gracias a unos pequeños botones que Grynesis apenas usa, pues suele llevarlas sin abrochar y remangadas hasta los codos.
No le atraen los colores chillones como a la mayoría de los de su clase, pues no busca destacar sobre nadie. Su camisas solo contienen un color básico para toda la prenda, normalmente en tono claro contrastando con adornos de exquisitos bordados en colores más oscuros, como el azul marino o el corinto.
Ajustando su camisa a la cintura siempre lleva un cinturón con dos correas marrones, bordadas con hilo de oro, que utiliza para portar la vaina de su arma, un precioso estoque sin el que jamás se le ha visto. El bordado es en realidad un texto escrito en una lengua muerta que, hasta el momento, nadie ha conseguido descifrar. En el mismo cinturón suele llevar atadas algunas pequeñas bolsas con dinero, que usa igualmente para sus compras personales como para repartirla entre los que considera que están realmente necesitados.
Siempre lleva pantalones ajustados y flexibles que no entorpezcan sus movimientos, en un color oscuro y apagado, por lo que la mayoría de los que posee son simplemente negros. Sus botas también son siempre de una altísima calidad, pues las encarga hacer con la piel de algún animal que haya cazado él mismo, y las adorna con el escudo de su noble familia: un humano portando un escudo de fuego.
Como complemento, suele llevar pulseras de cuero trenzado, algo muy criticado entre los demás nobles de la ciudad. Ellos piensan que son algo vulgar y al alcance de cualquier plebeyo, pero Grynesis siempre responde a sus criticas con una sonrisa y la misma frase: "Nuestros actos nos convierten en lo que somos, no nuestras posesiones. Soy humano y por lo tanto igual a los que llamáis plebeyos.".
Además de las pulseras, también posee tres anillos, más propios de su posición. Uno es dragón de plata que juguetea alrededor de la base del pulgar de su mano derecha. Otro es el sello de su familia, exquisitamente trabajado en oro, que lleva en el anular de la misma mano. El último lo lleva en el índice de la mano izquierda, también de plata, y está construido en dos partes: la primera es fija y es la que cubre el dedo, y la segunda, la exterior, es móvil. Grynesis podría pasar horas jugueteando con el anillo, dando vueltas a la parte exterior con su dedo pulgar.

Le gusta salir y pasear por toda la ciudad tranquilamente, sin preocuparle lo mas mínimo si esta en los barrios altos o en los bajos. Es muy respetado por todos los ciudadanos y admirado por los miembros de la guardia, los cuales llegan a rogarle por que los entrene personalmente, ofreciendo altísimas sumas de dinero en algunos casos. Alguna vez accede, pero jamás acepta nada a cambio, excepto la gratitud de los soldados.
Aunque de manera un poco diferente, en los barrios bajos también le respetan enormemente. Allí, donde se aplica la ley del más fuerte, no le piden entrenamiento ni le agradecen su labor como protector del reino y capitán del ejército. Algunos ladronzuelos prefieren escabullirse y huir de su atenta mirada, otros cambiaban de actitud para aparentar ser lo que no son. También hay personas que no tienen nada que esconder y miran a Grynesis con recelo, pues probablemente habrá sido el responsable de que alguno de sus familiares pase sus días en prisión.

Ambas partes de la ciudad están tan diferenciadas que bien podrían ser ciudades distintas. Sin embargo, hay algo que las une, y es que en ambos lugares aún quedan vestigios de la guerra que presenciaron cuatro años atrás. Aunque, debido a la situación económica, los edificios destrozados o a medio reconstruir abunden más en la parte baja, en los dos sitios hay todavía gente que llora a sus fallecidos a diario y, aunque la ciudad ha retomado su ritmo de vida normal, queda algo en el ambiente que ensombrece los corazones de todos y les recuerda aquellos tiempos.
Entre aquellos que sobreviven en los barrios bajos, se encuentran los miembros del gremio de ladrones Dagas de las Sombras. Una asociación que vive casi por completo de los bienes ajenos, los cuales consiguen de diversas formas: Timando, jugando, robando... Sin embargo, aunque sus victimas los ven como gente sin escrúpulos, jamás le roban a nadie al que no le sobre el dinero. Jamás robarían a un tendero que vive cada día con miedo a no poder ganar lo suficiente para comer, ni al cartero que cobra lo justo y necesario para alimentar a su esposa y tres niños.
Entre los miembros más reconocidos de este gremio están Daoric, el experto en negociaciones manuales; Umar, el mejor cerrajero sin licencia de la ciudad y hermano menor de Daoric; Kuolema, especialista en encontrar y recoger “bolsas perdidas”; y por supuesto Frederik, el líder, creador y organizador de Dagas de las Sombras.
La base del gremio es el edificio más grande de todo el barrio bajo. Tiene tres pisos y, aunque no sea muy lujoso, es bastante resistente y lo suficientemente amplio para albergar a los 47 miembros activos y algunos pequeños huérfanos que no tienen otro sitio a donde ir. En este lugar tienen todos los artilugios necesarios para practicar sus artes, como cerraduras de diferente calidad, grilletes con diferentes sistemas de apertura, algunas trampas, etc... Los más pequeños pueden vivir tranquilamente en el gremio y, si ellos lo piden, se les enseña el oficio, pero jamás los obligan.

Por dentro, el gremio es una fiesta constante. No importa la hora del día (o de la noche) que sea, siempre hay alguien tomándose una copa, una buena cerveza o montando algún espectáculo. También es muy común ver peleas internas, con sus miembros repartiéndose puñetazos y patadas entre ellos en los días tranquilos, aunque son escasas las peleas en las que el mobiliario queda intacto pues normalmente sillas y mesas acaban convirtiéndose en armas improvisadas. Desde fuera parece una locura, pero nunca se hieren gravemente, sólo se divierten a su manera y acaban brindando todos juntos una vez termina todo.
Después de una de las comunes peleas, Frederik se dirigió a Kuolema:
    - Estamos un poco bajos de recursos... Apenas nos queda comida y bebida para un par de días.
    - Lo se Padre, los borregos de mis hermanos comen demasiado y siempre se pasan con la bebida – dijo sonriendo.
    - No son ellos los que me preocupan. Si tienen hambre, no dudo que conseguirán comida, pero los pequeños...
    - No te preocupes, una hermana mayor debe ocuparse de que los pequeños coman. Haré que me acompañen un par de hombres y cogeremos algo de oro y comida en la zona alta de la ciudad.
    - Muchísimas gracias, hija mía.
Frederik abrazó a Kuolema con efusividad. Estaba muy agradecido de poder contar con ella y con sus otros dos hombres de confianza, Daoric y Umar. Él ya estaba demasiado mayor y le sería imposible cuidar de la familia sin su ayuda.
Kuolema cogió a un compañero por la oreja y lo levantó de la silla, ignorando sus gritos de dolor. Luego, con una preciosa e inocente sonrisa dijo:
    - Necesito otro voluntario más. ¿Se levantará o tendré que escogerlo?
    - ¿Qué hay que hacer? - gritó uno desde el fondo del amplio salón.
    - Vamos a por algo de comida y oro, necesitamos llenar el almacén de nuevo.
El mismo que lo preguntó se levantó, agarrando su capa de la silla en la que estaba sentado.
    - Gracias Letios.
    - Parece que te han nombrado voluntario esta vez, Frank.
    - Sí, prefiere arrancarme la oreja a preguntarme civilizadamente si me apetece colaborar... - parecía un poco molesto.
    - Venga, venga, chico. No siempre tienes a una preciosidad que te quiera con ella...
    - ¿Preciosidad? ¡Pero si eres una renacuaja! - profirió Frank entre risas, como si se le hubiera pasado el enfado.
Una vez que Frank recogió sus pertenencias, salieron hacia el barrio alto dispuestos a saquear hasta la última pieza de oro que se pusiera a su alcance.





Espero que os haya gustado.
¡¡Un saludo!!












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1 comentarios:

Anónimo dijo...

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